Undeniably, the design and construction of tools to support task execution marked a turning point in our development as a species and society. Some even argue that this point defines our transition to intelligent beings. One of the most significant consequences is that we understand our ability to change and modify the environment for our benefit and comfort. However, it took several thousand years, with the advent of the information and computing era, for us to feel the need to reflect on how we interact with and relate to a particular tool, one that has enabled significant transformations in our environment. This need transformed the human-computer relationship into a subject of interest, study, and research [1], [2]. Es indudable que el diseño y la construcción de herramientas para apoyar la realización de tareas marcó un punto de inflexión en nuestro desarrollo como especie y sociedad. Incluso algunos argumentan que es este punto el que define nuestra transición a seres inteligentes. Una de las consecuencias más relevantes es que pudimos comprender nuestra capacidad de cambiar y modificar el entorno para nuestro beneficio y comodidad. Sin embargo, fue necesario que pasaran varios miles de años, con la llegada de la era informática y de la computación, para que sintiéramos la necesidad de reflexionar sobre cómo interactuamos y nos relacionamos con una herramienta en particular, aquella que ha permitido grandes transformaciones en nuestro entorno. Fue esa necesidad la que convirtió la relación humano-computador en un objeto de interés, estudio e investigación [1], [2].